31 de agosto de 2010

Tarde de adiós


Virginia D. Sánchez

Un crepúsculo gris mortecino
desdeñoso me mira.

Remolinea la polilla ofreciéndome su punzón alado
para ahuecar mi pórtico ya a oscuras.

Sólo aspiro la partida cálida y húmeda de tu sombra
colgada en el hilo de luz que se desvanece.

Me lanzo con desaire hacia el eco de tu voz desde el abismo.
Desde el vacío saturado de penumbras
miro la hiedra abrazada a la espiga.